TEORÍAS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIENESTAR
Los economistas probaron dos teoremas destacables
del bienestar:
1 Todo equilibrio general competitivo es óptimo en
el sentido de Pareto.
2 Todo óptimo de Pareto puede obtenerse como un
equilibrio general competitivo dada una distribución de dotaciones iniciales
sobre los agentes económicos.
Un “equilibrio general competitivo” es, a grandes
rasgos, un estado económico en el que las leyes de la teoría del equilibrio son
ciertas, y en el que no hay fallas de mercado debidas a incertidumbre,
monopolios o externalidades. La falta de detalle aquí yace solamente en mi descripción
abreviada, no en los teoremas. El primer teorema puede ser llamado “el teorema
de la mano invisible” por la famosa afirmación de Adam Smith de que
persiguiendo el interés individual en un mercado competitivo, uno
automáticamente termina actuando a favor del interés colectivo (1776, libro IV,
capítulo 2, p. 423). Puede empleárselo para proveer una justificación teórica
para una política de
laissez-faire o dejar tranquilo al mercado, pero
esto sería un malentendido, ya que los supuestos que son suficientes para deducir
la existencia de equilibrio general eficiente en el sentido de Pareto no se
satisfacen en las economías reales. Inclusive, la intervención en mercados
semi-competitivos puede algunas veces producir mejoras paretianas (Lipsey y
Lancaster 1956-7). Mucho de la Economía del Bienestar está dedicada al estudio
de las “fallas de mercado” y de formas de superarlas. Aún si el mercado
proveyera efectivamente un resultado Pareto-eficiente, éste podría muy bien ser
injusto. Es aquí (y también en relación al posible papel de los mercados en el planeamiento
socialista) que el segundo teorema es también importante, ya que afirma que todo
resultado Pareto-óptimo (incluyendo aquellos más igualitarios) puede
conseguirse como un equilibrio competitivo. Esto implica que las preocupaciones
por la justicia, no necesariamente requieren intervención con las transacciones
de mercado. Es suficiente con modificar la distribución de las dotaciones
iniciales, por ejemplo, a través de los impuestos y la educación. Los
economistas del bienestar pueden luego concentrarse en cuestiones de imperfección
del mercado y problemas de implementación.
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